La tierra, el agua y el aire... Tres ambientes en los que nacemos, vivimos y al final morimos. Tres mundos que, gracias a la tecnología moderna, podemos visitar, conocer y todavía descubrir. Al mismo tiempo, tres ambientes a los que, a pesar de ser esenciales para nuestra vida, prestamos poca atención prestamos poca atención en nuestro día a día agitado y apresurado.

La naturaleza nos ha dotado a la perfección para la estancia en la tierra y al mismo tiempo nos ha preparado unas condiciones ideales para una vida placentera; la alternancia del día y la noche, la temperatura y la presión optima y el aire omnipresente que contiene el oxígeno beneficioso. Ya que caminar, correr y rastrear sobre la tierra son actividades obvias, como es lógico no vamos a hablar de ellas, sino de otras que nos permiten conocer la tierra desde un ángulo diferente.

El agua forma el 70% de la superficie de la tierra y el 70% del cuerpo de un adulto. Está en todo nuestro alrededor. Aprendemos a verla como algo natural, no obstante no podemos estar sin ella más de unos días. Pasamos los primeros nueve meses de nuestra vida en agua. Somos mamíferos como los delfines o los leones marinos, pero sin la tecnología no aguantamos debajo del agua más que unos segundos. El agua está a todo nuestro alrededor y aún así conocemos el mundo debajo de la superficie menos que el universo distante. ¿No es una lástima?

El aire está en todo nuestro alrededor. Es una parte natural de nuestro entorno y como por milagro, contiene exactamente lo que es necesario para la vida de un cuerpo humano. Al contrario de la tierra y del agua no lo vemos y en general ni lo sentimos, así que prestamos muy poca atención a su presencia. Se nos vuelve precioso sólo cuando llegamos a sentir su escasez aguda. Comenzamos a temerlo solo cuando muestra su fuerza en forma de un huracán o tornado.